La trufa negra de Morella podemos degustarla en una amplia variedad de recetas. Deliciosos revueltos de huevo, cruda acompañando ensaladas, acompañando guisos y carnes estofadas, presidiendo rellenos de aves de caza, cordero, cerdo y ternera, en exquisitos patés caseros, en los fiambres donde la trufa aporta aroma, color y mucho sabor. Y hasta su presencia en los postres…

Para conservarla nada mejor que un buen coñac que adormezca el fruto durante meses, fortaleciendo, además, su aroma y carácter. Después, el licor que guarda la trufa absorbe el sabor, siendo muy útil en numerosos platos de carnes horneadas y estofadas.

No hay restaurante en Morella que no posea en su carta este preciado fruto de la tierra. La trufa es hoy un elemento clave de una gastronomía innovadora que ha ido creciendo sin perder la cultura ancestral de sus sabores.

Es una cocina de gran sabiduría que no ha perdido sus orígenes árabes, medievales, judíos, mediterráneos, y que ha ido evolucionando con los tiempos. Un saber culinario que ha ido transmitiéndose de generación en generación, como un preciado legado. Es como esta tierra, vieja y joven, en plena armonía entre la historia y el mañana.