Representantes municipales de Morella y Sant Mateu se han reunido hoy para ultimar los detalles de la visita al sur de Francia de la próxima semana. El objetivo de este viaje es iniciar los contactos con el Consell de l’Aude para intentar potenciar el turismo en torno a la figura de los cátaros. Hay que señalar que los últimos perfectos se afincaron en estas dos localidades castellonenses e instauraron la última comunidad cátara a principios del siglo XIV.
El alcalde de Morella, Rhamsés Ripollés, señala que “el viaje a Carcassone y otras localidades del sur de Francia pretende ser el inicio del trabajo para potenciar el turismo basado en la literatura y la historia, ya que el tema de los cátaros es una oportunidad debido a que nuestras localidades tuvieron un papel relevante”. Además, añade que “Morella siempre ha aprovechado su historia para ponerla en valor y al servicio de los vecinos y visitantes y la comunidad cátara que se afincó en esta zona también tuvo una gran importancia histórica”. En este sentido, apunta que “el turismo del sur de Francia se está consolidando en esta zona y esta iniciativa puede ser una nueva oportunidad”. Por su parte, la alcaldesa de Sant Mateu, Ana Besalduch, destaca “la voluntad de colaborar entre los dos municipios para poner en valor y potenciar turísticamente este episodio importante, en el que Morella y Sant Mateu tuvieron una gran importancia”.
Cabe señalar que Guillem Belibasta, último cátaro, se afincó en Morella a principios del siglo XIV para huir de la Inquisición. Aquí vivió en la clandestinidad y fundó una comunidad cátara en Sant Mateu. Fue el último perfecto que murió en la hoguera, en 1422.
. El Cátaro Imperfecto
El tema de los cátaros ha cristalizado en numerosos libros y obras de referencia. Una de las más populares fue la que escribió el pasado año el periodista Víctor Amela, que documentó estos hechos y los transformó en la novela “El Cátaro Imperfecto” [1], que se publicó el pasado 
año. En ella, se narra la huida de Belibasta de Francia, acusado de matar a un pastar, y de cómo se afincó en Morella con Raimunda Martí, que se hacía pasar por su mujer. Amela muestra todo el recorrido de este último perfecto –así se autodenominaban los cátaros-, enumerando las localidades que atravesó hasta llegar a Morella y las que volvió a cruzar engañado hasta ser detenido en Francia. El periodista extrajo la información de los archivos de la Inquisición, atraído por dos objetos que encontró en una casa de Forcall: una piedra esculpida con dos palomas besándose y un puñal con una inscripción en catalán antiguo.