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Morella cumple con la visita anual a la patrona Vallivana, la primera después del 53 Sexenni

El sábado Morella despertaba espléndida, con un cielo azul intenso y un sol que divisaba mucho calor. Minutos antes de las 9 de la mañana, la música de las dulzainas en la plaza de la Iglesia indicaba que se iba a vivir un día de fiesta. Centenares de morellanos estaban dispuestos a cumplido con una nueva rogativa hasta el Santuario de la Virgen de Vallivana [1], patrona de la localidad. Equipados con buen calzado, ropa cómoda, bastones y los tradicionales sombreros con las medallas con las que contar cuántas rogativas se han vivido, los morellanos esperaban el comienzo de una caminata que los llevaría hasta la patrona.

Después del gran año de Sexenini, la rogativa volvía a la normalidad del primer sábado de mayo [2]. La Virgen de Vallivana es la patrona de Morella, a quien se le atribuye el milagro de la curación de la plaga de peste en la localidad, motivo  que inició las populares fiestas morellanas del Sexenni, características por celebrarse solo cada seis años.

Tocadas las 9, el repique de las campanas hacía levantar la mirada y marcaba el inicio de la jornada. La bandera blanca que encabeza la comitiva hacía los primeros pasos, seguida de la tradicional cruz y también de centenares de fieles. En ese momento empezaba la tradicional rogativa hasta Vallivana, un trayecto mediante el cual los habitantes de Morella mantienen firme el compromiso con su estimada patrona.

Unos minutos después de haber emprendido camino, desde la Costa de San Vicente aparecían los primeros caminantes. Morella empieza a dejarse atrás; el pueblo queda al fondo dando todo el protagonismo a los rogativeros. La Capilla del Hostal Nuevo es parada obligada para los romeros. Con el cura y el administrador del Santuario al frente, los fieles dedican unos cánticos a la Virgen de Vallivana.  Un momento de parada que se aprovecha para coger las primeras fuerzas, puesto que hasta la hora de comer en  la rogativa no volverá a pararse.

Pasadas las 12 del mediodía, los romeros se instalan en La Torreta. Se trata de la parada más larga de todo el recorrido, donde los morellanos aprovechan para comer. El ambiente  es muy apreciado por grandes y pequeños, es un gran punto de encuentro. El interior se llena de ambiente festivo para pasar el rato y disfrutar de un buen calmante o uno tiene de roca al acabar de comer.

A las 4 de la tarde, los romeros volverían a ponerse en marcha para emprender la parte más intensa del camino. La salida de la Torreta deja unas bonitas imágenes, sobre todo este año y teniendo en cuenta los colores verdes que han adoptado árboles y montañas debido a las últimas precipitaciones. La ermita concentraría las miradas de los romeros mientras sonaban las campanas y ya estaba todo dispuesto para comenzar el camino por la ancha pista de la Torreta donde antes, por los laterales, se distribuiría la gente para comer.

Sin perder el paso , los morellanos se iban acercando a la última de las paradas del recorrido. Por el barranco de Vallivana se pudo contemplar cuán beneficiosas han sido las últimas precipitaciones grabadas y también muchos de árboles caídos por el peso de la nieve. El cansancio empezaba a pasar factura, aunque la devoción que mueve a los rogativeros siempre queda por encima.

En el Puente de la Bota se para la comitiva para merendar. Las diferentes pandillas se distribuyen por esta zona y aprovechan para descansar. La ermita del Puente de la Bota también tendría las puertas abiertas para recibir la Rogativa. Después de media hora, la rogativa emprende el último tramo del camino. En este momento, por carretera. La nacional 232 es invadida por los cerca de 600 rogativeros que este año han hecho la bajada. El ruido de los bastones golpeando la calzada es más característico en este tramo que durante el resto del recorrido.

Uno de los momentos más emocionantes fue la llegada, cuando se divisaba el Santuario. Unos metros antes de empeza la subida que mujer acceso a Vallivana, se encontraron las banderas de la Rogativa y el Santuario, saludándose tres veces como manda la tradición. Entre los miembros de la recepción estarían, el alcalde de Morella, Rhamsés Ripollés y el Padre José Ángel Pitarch. Después del saludo, todos juntos, encabezados por las dos banderas irían hasta la iglesia.

El Santuario se fue llenando de fieles poco a poco. Entonces, reuniría el momento culminante, con la bajada de su lugar habitual de la Marededéu para que fuera adorada por los morellans. Momentos de mucha emoción en una atmósfera única dentro del Santuario acompañada por los cánticos en honor a la Patrona de Morella. Los participantes a la Rogativa irían subiendo al altar para dar las gracias una vez más a la Marededéu de Vallivana.
Este año, destacaría también que no hubo reparto de rollo.

El domingo se haría el camino a la inversa, con menor participación y esperando ya el primer sábado de mayo del 2014 para volver en Rogativa a Vallivana.