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El Sexenni es de papel

Más de dos kilómetros de tapices de papel preparan cada seis años los vecinos de Morella para adornar el recorrido de las procesiones de la Virgen y los retaules de los diferentes gremios del pueblo en cada uno de los Sexennis [1]. Muchos de kilos de papelitos de seda de colores, que en forma de fulleta (hoja), rizado, en caracol, banderilla, munyit u otras técnicas que poco a poco se van incorporando, han servido para construir los diseños que los mismos vecinos han ideado y han confeccionado. Si tuviésemos que contar las horas que se han empleado para hacer esta artesanía efímera, no se podría pagar, ya que los vecinos invierten casi un año de trabajo diario en el trabajo del papel.

Parece que esta habilidad se hereda, como se transfiere la estima por las tradiciones y devoción a Vallivana. Y cada vez los motivos sexenales son más elaborados. El artículo Arte Popular en el Sexenio del periodista Manolo Milian, comenta que “parece como si el arte en determinadas regiones buscara equilibrar la descompensación de la pobreza. Si la natura sustráele al hombre recursos y fortuna, la propia orogenia le corresponde cono una magnificencia dilatada que borra el ayuno de abundancia. En tal caso, el arte brota miedo generación case espontánea…”.

Y es que los ornamentos sexenales al principio se realizaban con ramas y hierbas aromáticas. No es esta tierra, árida, rica en variadas flores, y las que hay, no se encuentran en abundancia. A finales del siglo XIX, empiezan a aparecer los primeros tapices, sobre cartón o sobre madera, y empieza a jugar su papel la iluminación. La gran revolución llegó con la conversión de una máquina de coser modificada para cortar el papel de seda, de forma que después se pudiera rizar. Poco a poco, se va abandonando del todo el elemento natural, para inventar nuevas formas de trabajar el papel cada vez más ingeniosas.

No hay ninguna competición, ni se entregan premios por el trabajo más llamativo; pero todos los vecinos se esmeran para dejar su trocito encantador. Papel trabajado como pelusilla, papel ordeñado, en banderilla, pluma, caragolet, fulleta… todo tipo de papel que, bien combinado y con grandes dosis de paciencia, se transforma en obras de arte de corta vida.

Un ejemplo de las aplicaciones del papel y como han ido evolucionando lo encontramos en la técnica de el caragolet o caracolillo, que se inventó en la calle Eléctrica justo el primer Sexenio que se habían separado de la vecina calle Sant Roc. La casualidad, como pasa a menudo, hizo que dos vecinas de ese tramo, que intentaban hacer pluma, utilizaran un bastón de punta redonda en lugar de una aguja de gancho y se encontraron con el caracolillo, tan difícil de que salga bien que pocas manos saben actualmente realizarlo. Fue en 1928, el del Sexenio 39, que se utilizó el caracol en esa calle por primera vez.

Este Sexenni veremos técnicas nuevas. No tienen todavía nombre, pero las carrozas de L’Anunci pasado ya sirvieron como prueba de fuego para algunas. Muchos diseños que veremos, a partir del día 18 de agosto, han requerido trabajo cada noche a lo largo de los últimos 9 meses. No se cuentan las horas; no se quejan los vecinos. Y aunque todos al principio manifiestan la intención de hacer el ornamento sencillo, por que todos tenemos cada vez más obligaciones, al final comprobamos como no se escatima ni en trabajo, la traza, la imaginación y las ganas, para realizar estos motivos, que tienen todavía más valor por que están hechos entre todos, entre los mismos vecinos.